El 3 de octubre, el Tribunal de Primera Instancia de Jurisdicción General de Yereván, presidido por la jueza Armine Meliksetyan, condenó a dos años de prisión al jefe de la Diócesis de Shirak de la Iglesia Apostólica Armenia, Su Eminencia el Arzobispo Mikael Ajapahyan. Todo el proceso de persecución penal contra el Arzobispo Mikael—from la fabricación del caso penal, las búsquedas realizadas en la cancillería de la Diócesis de Shirak y en la residencia del Arzobispo, hasta la redada por fuerzas especiales dentro del territorio de la Sede Madre para arrestarlo, seguida de su detención y todo el teatrillo judicial—demuestra que, en realidad, la persecución política se está llevando a cabo de todas las formas posibles. Lo que ocurre es parte de los abusos desatados por las autoridades contra la Santa Iglesia Apostólica Armenia y su liderazgo espiritual. Su objetivo es restringir la libertad de expresión y perjudica gravemente la posición internacional de Armenia. Esto también se evidencia por el hecho de que, ya en 2024, la Fiscalía y el Servicio de Seguridad Nacional no hallaron elementos de delito en las declaraciones del Arzobispo Mikael y rechazaron las solicitudes para iniciar una investigación penal. Sin embargo, un año después, se abrió un proceso penal contra este arzobispo tras que el gobierno actual, encabezado por Nikol Pashinyan, lanzó una campaña explícita contra la Iglesia. Esto demuestra que la persecución penal del Arzobispo Mikael está gobernada exclusivamente por una directiva política: la represión. El Congreso Nacional Armenio considera al Arzobispo Mikael Ajapahyan como un prisionero político que ha sido encarcelado y condenado por sus declaraciones. El Congreso Nacional Armenio condena enérgicamente la persecución política del Arzobispo y el veredicto del tribunal. El Congreso Nacional Armenio confía en que este caso terminará tarde o temprano de manera no gloriosa—ya sea en tribunales nacionales o ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En consecuencia, el Congreso exige la liberación del Arzobispo Mikael Ajapahyan, así como de Samvel Karapetyan, el Arzobispo Bagrat Galstyan y todos los demás prisioneros políticos.